¿Cuándo es el momento de disfrutar de los nuestros, de nosotros?

Hace unos días leí un post en Facebook de Piedad Castellanos que me hizo reflexionar como madre, en el que contaba lo siguiente:

“Anoche, acostada en una tumbona ochentera con vistas a las estrellas, vi una estrella fugaz.

Al ratito apareció uno de mis hijos asustado porque no me encontraba por la casa.
Me vio, respiró, me abrazo.
-¿Qué haces?
-Estaba aquí, mirando las estrellas, ¿te quedas conmigo?
(a él no le gusta mucho mirar las estrellas, me lo ha dicho en varias ocasiones, nunca el porqué)
-Vale, aunque mirar las estrellas me pone triste
-Y eso cariño, por qué te pone triste?
-No sé, porque están como secuestradas, sin poder moverse, siempre en el mismo sitio…. Me da pena.

Nunca cuando he mirado las estrellas las he visto así… Mientras le escuchaba con admiración y ternura… siguió diciendo sin apenas pausa con la anterior reflexión…

Estrellas

-¿Sabes que cuando una estrella muere se convierte en agujero negro?
-Eso dicen, contesté a su pregunta.
-¿Sabes que las estrellas sirven para orientarte y para eso es bueno que «estén» en el mismo sitio?
-Eso dicen, respondió. Me recuerda al campamento.

Nos tapamos un poco más con la toalla de piscina recién quitada del tendedero y entonces le conté que antes de que llegara había visto una estrella fugaz.

-¿Pediste un deseo?
-Sí. Y esta vez, pedí un deseo para mi
-Está guay que ese deseo haya sido para ti.
-Gracias cariño, Sí, si lo es. Si se cumple muchas otras cosas se cumplirán, pero este deseo era para mí.
-Adiós mamá, me meto en casa, tengo frío. ¿Te metes?
-Ahora voy”.

Piedad CastellanosA Piedad tuve la suerte de conocerla personalmente en un evento organizado en la escuela de negocios que dirige Ana Belén Arcones, cada vez que asisto a este lugar conozco a personas realmente estupendas, cercanas, llenas de talento.

Piedad fue una de ellas, de esas personas a las que te apetece tener cerca, por su forma de ver y vivir la vida y de compartir sus experiencias.

Dicho esto y retomando el contenido inicial de esta reflexión, comenté en el post de Facebook de Piedad que estás conversaciones tan especiales suelen darse más es esta época del año, en la que tenemos un poco más de tiempo para nosotros, para los nuestros y que debería ser un punto de inflexión para empezar el nuevo curso y destinar muchos momentos de estos a lo largo de todo el año.

Piedad me sugirió que escribiera un artículo hablando de ello y tome prestadas sus palabras para convertirlas en titular de este artículo:

¿Nos damos permiso para estar donde hay que estar?

Recorrida ya más de la mitad del verano en el que aún nos queda tiempo para reconectar con lo realmente importante, he querido escribir unas líneas para compartir con vosotros la experiencia de vivir y disfrutar de momentos con los nuestros, sin horarios, sin limites, sin prisas, dándonos permiso para estar donde hay que estar.

Reflexiones de una madre

Este año, después de muchos sin unas vacaciones de verdad, de las que desconectar al 100%, decidimos tomarnos un tiempo para nosotros, sin smartphones (lo justo para orientarnos y hacer fotos) tiempo para hablar, para conocer la historia de otras ciudades y para hacernos un poco niños de nuevo, esta para mi fue la mejor parte.

Reconecte con mi hijo de 13 años, que como muchos a estas edades les importa más lo que dice el youtuber de moda, los likes de sus publicaciones en Instagram y los videojuegos como Fortnite que tienen encriptados a estas nuevas generaciones.

Sus juegos, sus frases (propias de su edad, todos hemos pasado por allí) fueron parte de mi vocabulario esos días, lo que causo entre todos muchas risas, carcajadas, momentos irrepetibles que quedarán en nuestra memoria para siempre.

Durante el viaje nos tomamos tiempo para caminar, entre 18 y 20 km diarios, para descansar en una plaza tomando algo viendo pasar a la gente, las palomas, los pájaros, sentir el ambiente, los sonidos, las costumbres… era sin duda otro tema de conversación, para crecer, para aprender, para ver lo bueno, lo que no lo es tanto y todo lo que podemos mejorar como personas y como ciudadanos.

Momentos para compartir

Mi reflexión tras este viaje de reencuentros me dejó como aprendizaje que el trabajo, por mucho que te apasione o te deje poco tiempo para compartir momentos con los tuyos, debe quedarse allí, en el trabajo, en la oficina o en el lugar que dediques para este.

Busca un tiempo para disfrutar con quien realmente te importa, tu pareja, tu familia, tus padres, tus hijos, tus amigos, con esas personas importantes que con el estrés diario a veces olvidamos, aunque en mi caso sean mi motor y mi fuerza, dedico menos tiempo del que se merecen y del que yo merezco para estar con ellos.

Casualmente me llego esto por internet, esas recomendaciones que nos deja caer Youtube dependiendo de nuestras preferencias de navegación y no puedo estar más de acuerdo:

“Los niños no coleccionan horas de reloj, los niños coleccionan momentos” Lucía Galán. Pediatra.

Me encantaría leer tu mejor historia del verano con tus hijos, con tu familia… Aún queda tiempo para crear esa colección de momentos que en el futuro tendrán tus hijos para contar.

¿Nos damos permiso para estar donde hay que estar?

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Redacción: CMC

 

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